Viernes, 20 de marzo.
Hoy el día comienza muy temprano. Nuestro despertador suena a las 5:30 (4:30 en
España).
El vuelo sale a las diez de la mañana y tenemos que estar en el aeropuerto a las
ocho, pero como en el centro de la ciudad se montan unos atascos
impresionantes, nos han recomendado que salgamos con dos horas de tiempo del
hotel.
Cogemos las maletas y salimos zumbando. Estamos tan dormidos
que se nos olvida recoger en recepción los almuerzos de pic-nic que nos habían
preparado.
No hay atascos, y llegamos al aeropuerto en cuarenta
minutos, así que quedan más de tres horas de espera. Desayunamos unos zumos, batidos
y bollería, y gastamos nuestras últimas liras turcas, ya que las monedas no las
podemos volver a cambiar a euros.
Una vez más: pasaportes, billetes de avión, detector de
metales… Total que al entrar al avión, Dani se ha dado cuenta de que llevaba una
botella de agua llena, metida en el bolsillo, desde que hemos salido del hotel.
(Tendrán que revisar el protocolo de seguridad…)
Hemos pasado el rato mirando tiendas y jugando hasta que nos
hemos montado en el avión.
¡ATENCIÓN! Problema para los de 3º…
“Si hemos salido de Estambul a las 10:10, el vuelo dura tres
horas y en España es una hora menos que en Turquía, ¿A qué hora hemos llegado a
Madrid?”
Bufff… Nos estamos dando cuenta de que hoy nuestro día
tendrá 25 horas.
El aterrizaje es bastante animado… En el último segundo,
cuando estamos tomando tierra, el avión se balancea de una forma muy brusca, y
cunde el pánico por unas milésimas de segundo.
Llegamos a Madrid y cogemos un tren de cercanías hasta la
estación de Atocha.
Como tenemos mucho tiempo y mucha hambre, nos vamos a comer
un bocata de calamares “al mejor garito de bocatas de calamares de Madrid”.
Después de comer entramos en la estación, hacemos una visita
al jardín botánico y a las tortugas que hay en su interior y entramos en la
sala de espera.
Como quedan tres horas hasta la salida del tren, pasamos el
tiempo jugando con una pequeña pelota de goma y reflexionamos sobre la
experiencia que hemos vivido estos días.
La reflexión ha sido muy larga y productiva. Hemos hablado
sobre nuestros sentimientos durante estos días, las relaciones con nuestros
compañeros y con los profes, lo que podríamos haber hecho mejor, las personas
que hemos conocido, lo que más y lo que menos nos ha gustado, los momentos
graciosos y finalmente, una valoración general.
El resumen es el siguiente: Hemos disfrutado muchísimo de
estos días tan especiales e inolvidables para nosotros. Hemos conocido una
cultura y una forma de vida muy diferente y exótica. Hemos conocido gente
maravillosa que nos ha tratado de una forma extraordinaria. Nos han ofrecido
todo lo que tenían, comida, alojamiento, regalos, pero lo más importante, apoyo
en todo momento, ayuda cuando la hemos necesitado, cariño, amistad… todo ello
desde el corazón, como si desde siempre hubiésemos formado parte de su
familia. Y desde luego que ya casi
forman parte de nuestra familia, porque después de estos días, ya nunca los
olvidaremos.
Al llegar a Huesca las familias nos estaban esterando.
Abrazos, besos, pancartas y felicitaciones por este viaje con final muy feliz.